jueves, 10 de marzo de 2011

La fractura de la noción moderna de espacio público


Sombras de la Ciudad

La discriminación en la ciudad está siempre latente, la diferenciación entre clases económicas, sociales, académicas es fácilmente visible. En la hiperciudad en que nos hallamos inscritos cada día transcurrido es una batalla entre nosotros, sus habitantes, peleando por un espacio supuestamente nuestro ocupado por algún extraño esperando a ser desalojado.
Para mí la imagen de un espacio público “puro”, o genuino, son las calles de la ciudad. ¿Qué otro espacio puede haber donde el trato sea tan cercano y real entre todo tipo de personas? Aunque ahora me inclino más por la idea de la privatización etérea de las arterias de esta megalópolis.
Es como si las prácticas sociales dentro del espacio tan reducido para tantas personas, poco a poco, se fueran distinguiendo ferozmente entre sí. Me refiero, en cierto modo, a que podríamos fraccionar la sociedad actual en muchos Tepitos, no en cuanto a la piedra en el zapato que representa para los gobiernos, sino como acorazados protectores de especies únicas. Pareciera como si al momento de poner un pie en un territorio ajeno fuésemos escaneados e inmediatamente identificados como foráneos. Así se siente una cierta inseguridad al pasar por calles desconocidas, o mejor dicho una actitud peligrosa tanto del extranjero para con los habitantes, y viceversa.
En este punto me gustaría hacer palpables algunas cosas mencionadas en el texto. La discriminación silenciosa, entre los ejemplos que pueda haber me gustaría remarcar un poco la hipocresía por parte de las instituciones para con los sectores pobres, y algunos miembros de las clases medias, en cuanto a cultura. Cuando se piensa en esta última viene a la mente museos, exposiciones los cuales están abiertos a todo el público, son precios muy accesibles, hay muchos espacios abiertos prácticamente a toda hora del día. Esto no es todo el bagaje cultural de la ciudad, también existen obras de teatro, conciertos de música clásica, espectáculos dancísticos, son estos últimos los que se presentan en recintos exclusivos tanto económica como socialmente. Así, el Palacio de Bellas Artes, el Castillo de Chapultepec, o el Centro Cultural del Bosque, presentan un espectáculo de música o danza a las 8 de la noche, a precios no muy baratos. Los pobres quedan autoexcluidos, no pueden pagar fácilmente el boleto, y prefieren dejar a un lado esas cosas “burguesas”. No sólo ellos, clase media sin carro, estudiantes sin transporte propio, no se aventuran a un lugar donde al terminar el evento quedan a merced de la noche y de las colonias o los barrios aledaños que no son los menos populares. Así, sutilmente, se reserva el lugar para sectores económicamente bien, con transporte propio, que se siente sin presiones como para darse el lujo de cultivarse a altas horas de la noche un día entre semana.
Me gustaría plantear que zonas habitacionales privadas que tienen dentro de sí tiendas de autoservicio, escuelas, centros médicos son como una maximización de los autos particulares. Mientras en las primeras la gente queda exenta de todo el vulgo y problemas que aparentemente ya no pueden trastocar sus vidas, en los segundos, existe una indiferencia a lo que sucede fuera de las cuatro o seis ventanas del carro.
En fin, lo que diferencia drásticamente a uno de otro es que la persona del automóvil finalmente a de codearse involuntariamente en algún momento dado con todo tipo de personas. Las personas que viven en zonas restringidas se saben mover para evitar este tipo de intromisiones indeseadas.
En un inicio las clases acomodadas se ubicaron en el centro de la ciudad, posterior a desalojar a los habitantes originales, pero con la movilidad social sectores desagradables para ellos fueron ocupando sus mismos espacios, así que se mudaron. Pasan del centro a la colonia Roma, luego pasan a Juárez, después a las Lomas, posteriormente a Santa Fe, y así sucesivamente quedando cada vez más atrincherados, lejos de las masas.
Es interesante ver la manera de diferenciación de las clases altas. Éstas lejos de todos los prejuicios que tiene el grueso de la población clase mediera, consideran a los campesinos como gente noble, humilde, con valores, porqué no inteligentes, que saben cómo manejarse dentro del juego de roles sociales. Es la clase media a quienes ven con recelo, con desagrado, esto por una sencilla razón, es este sector el que se trata de parecer cada vez más a ellos. Se visten como ellos, comen donde ellos lo hacen, tratan de ir a los mismos lugares y comprar lo mismo. Tratan de entrometerse en su mundo. Aparentemente no se dan cuenta de las reglas que rigen el mundo de las élites sociales donde no se puede entrar sin invitación.
Esto tal vez sea lo que explique el desplazamiento de los habitantes dentro de la ciudad, pues bien, ahora los sectores menos favorecidos son los que ocupan (no habitan) el centro de la ciudad. Son las clases acomodadas las que cada vez huyen más hacia la salida de la megalópolis, y son los sectores medios lo que sea hallan en medio dirigiéndose a la periferia y dejando un rastro que aún se mantiene cerca o en el mismo centro.

Programa de Agricultura Urbana, Rosario, Argentina

Muy posibles soluciones

En Argentina, en la ciudad de Rosario se implementó un proyecto de agricultura urbana que después de un tiempo con todas las medidas, y apoyos dados por diversas organizaciones y el gobierno mismo, tuvo mucho éxito consiguiendo consumar los objetivos previstos. Se hable de independencia alimentaria, producción de alimentos sanos, posicionamiento de las mujeres huerteras, o  la comercialización de la producción alimentaria. Esto conllevo a hacer del programa, no sólo un pequeño taller bien elaborado, sino una política pública.



Llevar a cabo un proyecto así en la ciudad de México no me parecería tan viable. En el mejor de los casos el porcentaje del Distrito Federal de tierras no ocupadas por construcciones, es de un total de 1,485 km2, de los cuales 371.84 km2 son superficies proclives a ser utilizadas para la agricultura, de éstos son 227km2 (hasta el 2009) áreas sembradas. Es probable la omisión de algunos lugares propensos a ser pequeñas parcelas de producción agrícola, como camellones, espacios a lado de vías férreas, quizás la punta de los cerros donde ha habido asentamientos humanos.
Ahora, estas parcelas urbanas bien pueden ser huertas familiares, traspatios o chinampas. La producción en ellos es bastante diversa: maíz, frijol, avena, crisantemos, legumbres, espinaca, acelga, col, varias hierbas, nopal, tuna, plantas ornamentales, y frutas. También hay criaderos de aves, pavos y pollos, ovejas, cabras, conejos, vacas lecheras, reses y caballos. La gente trata, quizás sin éxito, de comercializarlos fuera de las comunidades de origen.
Para pensar en la efectividad del programa estos productos de la agricultura urbana habrían de satisfacer la canasta básica. Está el arroz, los aceites y grasas vegetales, los cuales pienso que difícilmente se pueden dar en esta micro agricultura. El huevo, el pollo en piezas y la leche sí los obtienen, pero el pan de caja, las “galletas populares”, las harinas de trigo, los pasteles y la pasta para sopa no son fácilmente dables.
De los diez primeros productos de la canasta básica sólo se consiguen tres por medio del proyecto. Por supuesto, en este momento no estoy tomando en cuenta las cantidades que se consumen, pero a final de cuentas, pretendo poner en relieve que este tipo de planes agrícolas en la capital del país no son felizmente viables, principalmente por la estrepitosa cantidad de citadinos, los cuales ingenuamente se habrían de alimentar a partir del trabajo impetuoso que se inyectaría en cada parcelita.
Como sea, es muy importante el apoyo gubernamental, algunos lugares ya con historia pueden desde hace un tiempo estar siendo beneficiados con diversos incentivos, pienso en zonas de Xochimilco. Si se desea permear a la población con estas prácticas debe crearse una especie de micro apoyos. Un caso muy cercano a la zona metropolitana es el DIF que promovió los huertos familiares de traspatio por medio del programa de Huertos Urbanos, pero no fue más allá, fue suspendido por la falta de fondos, y el poco impacto (¿político?) que registró.[1]


[1] Pablo Torres Lima, Luis Manuel Rodríguez Sánchez Y Brenda I. García Uriza, Ciudad de México: la integración de la agricultura urbana para evitar la expansión urbana, versión digital.

Planet of Slums


Somos demasiados como para liquidar la deuda

Acorde a la historia mexicana la independencia pretendió consumar el ideal equitativo, o en términos más drásticos, igualitario de la sociedad. Pasó lo que hubo de ser, pero la muestra más clara del fracaso de la Independencia es la Revolución Mexicana. En fin, uno de los aspectos más sobresalientes es el reparto de tierras, primeramente con la expropiación de ellas, que a diferencia de la petrolera, no se llevó a cabo “cabalmente”, sin embargo es un aspecto que se ha omitido por muchos, en especial por parte de historiadores e investigadores.
Saco esto a colación porque bien la idea de la repartición de tierras fue producto de la pretensión de que todas las personas habrían de hacerse de un patrimonio propio, una tierra en un inicio, luego con la evolución social y urbana de los siguientes cien años, las razones fundamentales de esta distribución de terrenos para con la gente se hizo más complejo. Ya no es únicamente la necesidad de una espacio de tierra, sino, puede ser una casa o un departamento que sea propio, y no sólo eso, sino deben ser propiedades que tengan los bienes y servicios mínimos, que no sean hogares construidos espontáneamente, que tengan mínimamente un excusado, que tengan drenaje, agua potable, luz, y demás.
En México según estimaciones de la CIA hay más de 113 millones y medio de habitantes, en la Ciudad de México hay poco más de 19 millones de habitantes, resulta inconcebible pensar que se le puede dar un pedazo de patrimonio a cada uno de éstos habitantes, simplemente en la ciudad. Cabe mencionar que sumado a esto no es tan necesario, dentro de la lógica citadina, se propietario de un espacio, considerando opciones como la renta de casas, departamentos, y demás inmuebles que pueden ser ocupados para vivir.
Para volver a considerar viable la posibilidad de dar un espacio propio a todos los habitantes que necesitan un espacio para vivir, siendo esta necesidad per se la que conlleva el derecho a pedir una parcela de tierra, tendría que volverse a la tasa de mortalidad que había hace un siglo, pues de lo contrario con la superpoblación citadina imparable, que aproximadamente es de 1.2% anual, es sumamente difícil que se le brinde a las personas hogares ideales.
Aunque, en esta realidad que más o menos trato de esbozar, hay que señalar que hay de pobres a pobres, los “slums mexicanos” que pueden encontrarse dentro de la problemática planteada anteriormente no se comparan en nada, al menos por ahora, con las poblaciones en extrema pobreza de Mumbai. Conforme a un análisis de Mike Davis sobre el problema de los slums en India a continuación se muestra un mapa que trata de ubicar un poco el origen, evolución, y modo de gestión actual de éstos.


Tepito, No thanks, First World


Tepito

Raras veces me he aventurado a andar por las calles de Tepito, personalmente me da miedo, le visualizo, y apostaría a que así lo ve la mayoría de las personas, como una zona en que debes ir dispuesto a ser asaltado, como un lugar donde habita lo peor que pueda haber en la ciudad.
Me parece que ya no tengo esa idea, al menos no enteramente. Ahora que pienso en esas veces que me paré por alguna de sus calles, recuerdo un sentimiento de sofocación, y no por el tumulto impetuoso de gente entre la que hay que caminar, sino, es cómo un área donde me sentía hasta cierto modo vigilado por todos los cientos de personas que me rodeaban. Aquí me parecería justo plantear que si bien por un lado podemos hablar de libertad en la ciudad de México, libertad acompañada de anonimato, y que probablemente Tepito sea el lugar más libre por el vacío de poder gubernamental, son las políticas de conducta que inherentemente han establecido entre sí los tepiteños que marcan pautas en el comportamiento de todas las personas que andan por esos lares.
El tipo de “acoso” al que me refiero bien puede ir dirigido, o ser resentido no por los habitantes vigías tepiteños, sino por los forasteros. Aquí es donde el sentimiento de pertenencia, o falta de éste, funciona caricaturescamente como el miedo que huelen los animales cuando están a punto de atacar. A lo que me refiero, es que conforme a la normas establecidas, a la cultura, a los gustos que identifican a los tepiteños, así como su modo de vida, de organización social, de negociación política, de interacción con todas las demás zonas de la ciudad, se vuelve un tipo de caparazón que no permite la intromisión de factores ajenos que pueden desestabilizar y vulnerar su espacio.
Tepito tan poco conocido, pero tan temido, es asombroso que las personas se vuelvan cara a cara creyéndose iguales y con poder de decisión en una sociedad tan cerrada que está en el seno de una de las megalópolis más grandes del planeta. Todo se vuelve a la vez tan nebuloso, por lado se tiene una democracia tan humanitaria, mientras que por el otro un teatro tan artificial en el que no se pone en disputa el beneficio general.
Tepito finalmente no puede analizarse a grandes rasgos, ni por lo que pasa fuera de él, para saber qué es hay que adentrarse como extranjero en una miniciudad tan enigmática pues dudo que sea o tan fantástico, o tan perverso.

Cities and Citizenship


Think locally, F**k Globally

“…And if the county we invented will fall from grace
I guess we'll have to fly away in our own space…”
Gogol Bordello

Con todo el barullo provocado, y que aún le falta por azuzar, la globalización pone en juego ideas que de una modernidad a otra fueron derrumbadas, una de ellas es la imagen predominante del Estado-nación.
Este nuevo orden mundial implica una transnacionalización de personas, un cosmopolitismo se esparce a todos los territorios del mundo. Así se pretende se dejen abiertas las puertas a todos por parte de todos. La idea de localidad se desvanece y se levanta un gigante que pugna por el multiculturalismo, por ende, la migración de personas, protegiéndose con el supuesto de la superación del racismo a nivel global.
En México en los últimos diez años la población de extranjeros residentes en el país ha aumentado en casi un 50 por ciento, de 492,617 inmigrantes en el 2000 a 961,121 en el 2010. Ésto sin tomar en cuenta aquellos que por una u otra razón no fueron censados o simplemente tomados en cuenta.
Ese es el panorama del país, aunque resulta extraño que la Ciudad, donde debería haber más inmigrantes por razones económicas o por ser la capital, el crecimiento en el mismo lapso fue un poco más reducido, pues de unos 50,000 aproximadamente en el inicio del siglo XXI, ha aumentado casi a 75,000 habitantes extranjeros resididos en la ciudad, según datos del INEGI, en el 2010.
En realidad, el fenómeno me parece devenir en este tipo de confluencias de personas aparentemente extrañas desde un inicio. Es el choque de los estilos de vida de cada cultura que se confronta con la originaria o con las que son igualmente nuevas. Es más claro el caso del país vecino del norte, donde se da la sectorización conforme a las razas, o nacionalidades en el interior de ciudades tan supuestamente cosmopolitas, multiculturales, abiertas, y progresivas. Así, se forman los distintos barrios que cobijan ya sea a chinos, afroamericanos, italianos, y demás.
A mi parecer esta idea de ciudadanía tiene que ver con el sentimiento producido por la relación habitante – territorio, por consiguiente, en el momento cuando se encuentra un nicho dentro de ciudades hiperpobladas, donde hay una identificación entre todos los miembros de un mismo espacio. Es en este tipo de “comunidades” o barrios, donde se consigue un equilibrio entre ciudadanía y ciudad, se vuelve una masa de construcciones, de normas, y de problemas entremezclados con el factor humano que busca el mejoramiento del lugar del cual es parte.
Con este tipo de situaciones se pone sobre la mesa una de las contradicciones a sortear del mejor modo posible en las megaciudades contemporáneas, las cuales se transforman estrepitosamente, casi imperceptiblemente, en lapsos muy cortos.

Diagnóstico de la Calidad de Vida en la Ciudad de México


Irónica autoconstrucción

Muchas personas tienden a pensar que uno de los factores en la culminación y desarrollo de su vida tiene que ver con conseguir un patrimonio. Éste la mayoría de la veces se visualiza como una casa, un departamento, o quizás –porqué no- un simple terreno.
El tema más destacado es el fenómeno de la autoconstrucción, el origen de casas que son de cierto modo muy espontáneo se refiere al momento de la fundación de la ciudad de México, y posteriormente al desplazamiento de las personas hacia suburbios, o especies de éstos. Igualmente la necesidad de tener al menos un espacio donde comer y dormir, durante los ratos libres del día en que la gente se haya por fin libre de sus trabajos. Se comienza con un bloque de cemento, gris, así se inicia poco a poco con la pirámide que se erige en el esfuerzo e ilusiones de una familia, que si bien sabe que no dejará un gran legado a sus herederos, sí podrá haberles dado el empujón que necesitaban para  materializar el ideal de un casa propia.
Estas construcciones hechas por las mismas personas que la habitarán, que tendrán probablemente poca noción de cómo se comienza y termina el proceso de una vivienda, son tan particulares hasta tal grado que en cada metro cuadrado edificado se ha plasmado la manera en cómo cada uno de los integrantes ve en sus cabezas las fachadas ideales.
Las viviendas debido al poco conocimiento con que fueron levantadas, carecen de los servicios más básicos, aunado en cierto modo a estar relegadas al perímetro de la ciudad, que luego de un tiempo deja de ser el perímetro y se vuelve dentro de la masa citadina.
En el Distrito Federal el porcentaje de habitantes que tienen casa propia es de 66.7%, éste en el año 2010, lo cual a comparación de la cifra del 2000 bajó, pues estaba en 71.1%. Puede significar un par de cosas, o bien las personas por razones de crisis económicas, o demás situaciones drásticas, se vieron obligadas a vender o hipotecar sus casas. O bien, éste número de propietarios disminuye porcentualmente porque en 10 años, una ciudad como la de México naturalmente se vuelve un monstruo gigante que reúne cada tiempo más y más decenas de millones.
Un dato curioso es que el material de las viviendas son duraderos ya se trate de cemento, mosaico, madera, entre otros materiales. Éstos utilizados tanto en paredes, techos o pisos. Las viviendas al 2010 con esta característica de materiales no baja del 90%. El otro 10% seria el que caería en el tipo de viviendas tan improvisadas como la de los “paracaidistas”.
Existen en la ciudad grupos como Antorcha Campesina que entre todo lo que puedan demandar, piden la reposición y dádiva de nuevos hogares por parte de los gobiernos en turno. Lo impactante es que llevan tanto tiempo, que pueden contarse hasta tres generaciones que han esperado una casa, con éstas ya se habría podido de alguna u otra manera consolidar el proyecto de un patrimonio propio, ya sea comprado o autoconstruido.
En fin, sobre la autoconstrucción a pesar de tener muchos aspectos negativos, este fenómeno se propicia, de modo muy simple, desde el otorgamiento de créditos para ello, en el 2009 fueron 11,072 millones de pesos. Hasta el acto casi risible de manuales de autoconstrucción que son fáciles de conseguir en la red, promovidas tanto por constructoras como Cementos Moctezuma, como por entidades de investigación como el Centro de Estudios Urbano y Regional. Así este tipo de obras se aprecian como las más adecuadas para diversos habitantes de la ciudad de México.
Finalmente, otro punto de las ciudades son los espacios públicos, fuera de todo lo que pueda desarrollarse en torno a este tema en otra ocasión, me gustaría sólo mencionar que no porque se tengan muchas glorietas, muchas alamedas, muchos parques, muchos camellones con bancas y juegos, y demás, se puede hablar de espacios públicos como tal, pues si no cumplen las funciones primordiales que suponen, ya sea interrelación entre extraños, dispersión del murmullo social, la producción social que aparentemente es creada de ahí, sólo son espacios público de forma pero no de fondo.

Fuente
INEGI