jueves, 10 de marzo de 2011

Programa de Agricultura Urbana, Rosario, Argentina

Muy posibles soluciones

En Argentina, en la ciudad de Rosario se implementó un proyecto de agricultura urbana que después de un tiempo con todas las medidas, y apoyos dados por diversas organizaciones y el gobierno mismo, tuvo mucho éxito consiguiendo consumar los objetivos previstos. Se hable de independencia alimentaria, producción de alimentos sanos, posicionamiento de las mujeres huerteras, o  la comercialización de la producción alimentaria. Esto conllevo a hacer del programa, no sólo un pequeño taller bien elaborado, sino una política pública.



Llevar a cabo un proyecto así en la ciudad de México no me parecería tan viable. En el mejor de los casos el porcentaje del Distrito Federal de tierras no ocupadas por construcciones, es de un total de 1,485 km2, de los cuales 371.84 km2 son superficies proclives a ser utilizadas para la agricultura, de éstos son 227km2 (hasta el 2009) áreas sembradas. Es probable la omisión de algunos lugares propensos a ser pequeñas parcelas de producción agrícola, como camellones, espacios a lado de vías férreas, quizás la punta de los cerros donde ha habido asentamientos humanos.
Ahora, estas parcelas urbanas bien pueden ser huertas familiares, traspatios o chinampas. La producción en ellos es bastante diversa: maíz, frijol, avena, crisantemos, legumbres, espinaca, acelga, col, varias hierbas, nopal, tuna, plantas ornamentales, y frutas. También hay criaderos de aves, pavos y pollos, ovejas, cabras, conejos, vacas lecheras, reses y caballos. La gente trata, quizás sin éxito, de comercializarlos fuera de las comunidades de origen.
Para pensar en la efectividad del programa estos productos de la agricultura urbana habrían de satisfacer la canasta básica. Está el arroz, los aceites y grasas vegetales, los cuales pienso que difícilmente se pueden dar en esta micro agricultura. El huevo, el pollo en piezas y la leche sí los obtienen, pero el pan de caja, las “galletas populares”, las harinas de trigo, los pasteles y la pasta para sopa no son fácilmente dables.
De los diez primeros productos de la canasta básica sólo se consiguen tres por medio del proyecto. Por supuesto, en este momento no estoy tomando en cuenta las cantidades que se consumen, pero a final de cuentas, pretendo poner en relieve que este tipo de planes agrícolas en la capital del país no son felizmente viables, principalmente por la estrepitosa cantidad de citadinos, los cuales ingenuamente se habrían de alimentar a partir del trabajo impetuoso que se inyectaría en cada parcelita.
Como sea, es muy importante el apoyo gubernamental, algunos lugares ya con historia pueden desde hace un tiempo estar siendo beneficiados con diversos incentivos, pienso en zonas de Xochimilco. Si se desea permear a la población con estas prácticas debe crearse una especie de micro apoyos. Un caso muy cercano a la zona metropolitana es el DIF que promovió los huertos familiares de traspatio por medio del programa de Huertos Urbanos, pero no fue más allá, fue suspendido por la falta de fondos, y el poco impacto (¿político?) que registró.[1]


[1] Pablo Torres Lima, Luis Manuel Rodríguez Sánchez Y Brenda I. García Uriza, Ciudad de México: la integración de la agricultura urbana para evitar la expansión urbana, versión digital.

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