viernes, 10 de junio de 2011

City of God

Ciudad de Dios

Después de ver como poco a poco se va desmoronando la forma de vida de una comunidad, y cae en una espiral de violencia sin sentido, corrupción, drogas, repugnancia exacerbada, donde la vida de todas las personas dependen de la loca mente de una persona que consigue hacerse de una mancha de seguidores, parece que hay una salida, un momento en que se ve un rayo de paz con la muerte del líder de los bellaquitos.
No es así. Eso es lo más impactante de la película, en la nueva generación ya existe el odio suficiente como para matar, para tomar venganza, y hacer su reino de cartón igual del que acababan de salir.
Una cosa que me parece importante rescatar de la película es que a final de cuentas pareciera que las personas nos hallamos atadas al lugar donde vivimos. De algún modo u otro pertenecemos a ese espacio, y no nos alejamos de ahí. A veces quizás porque simplemente es imposible debido a ciertas limitantes. Aún así pareciera haber algo más que nos hace seguir en el mismo hoyo.
Quizás se trata más por un sentimiento de identidad debido a manera como se construye la jerarquía dentro de las redes sociales en las que nos hayamos. Además poco a poco las comunidades van cambiando, y creciendo hasta convertirse algunas en ciudades, y siempre se encuentra el modo de seguir adelante, ya sea si es necesario robar tanques de gas para no morir de frío en las noches. O, por qué no, unirte a una de las pandillas que azotan la armonía, no necesariamente pacífica, de la personas.
Cuando vi la película me vino a la mente el final de la película Dogville… “Lo que habían hecho no era suficientemente bueno y si uno tenía el poder para enmendarlo su deber era hacerlo. Por el bien de otro pueblo, por el bien de la humanidad, y por si fuera poco por el bien del ser humano… Si un pueblo pudiera desaparecer para beneficiar al mundo sería este.”

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